A partir de la evidencia de que los nuevos casos de VIH-SIDA están disminuyendo en el mundo por el acceso a las terapias antirretrovirales, el Dr. Carlos Beltrán del Hospital Barros Luco Trudeau, ahondó en los nuevos desafíos que encierran los tratamientos, desde la potencia, durabilidad hasta la seguridad.
“Está comprobado que la eficacia en el control de la enfermedad es de un 85 % y la resistencia al tratamiento se ha doblegado con el acceso a fármacos y terapias de nueva generación”, comentó el especialista.
No obstante, la realidad de quienes viven con VIH, con o sin carga viral detectable tienen un 75 % de riesgos cardiovasculares, que van desde dislipidemias, hipertensión, diabetes. También mayor disfunción cognitiva, osteoporosis y aumento de sufrir cánceres explica el Dr. Beltrán.
Por ello, el acento está en acceder a tratamiento en forma oportuna, ya que la oportunidad incide en la prevalencia de sufrir en estado avanzado alguno de esos males.
De hecho, si en 2001 el 50 por ciento de los pacientes pesquisados iniciaban la terapia con Sida diagnosticado, en 2010 esa cifra disminuyó a 34,9 por ciento. Por ello, a juicio del experto el gran desafío es partir las terapias oportunamente, ya que además éstas aseguran una sobrevida del 96,5 por ciento.
Para la BQ. PhD Maritza Ríos, Jefa de la Sección SIDA del Subdepto., de Enfermedades Virales de ISP, el reducir la carga viral a través de las terapias permiten disminuir la transmisión del VIH, ya que los antirretrovirales bloquean distintas etapas en la replicación del virus.
No obstante, y considerando que el beneficio del tratamiento con terapias antirretrovirales es mayor al riesgo, aún persisten problemas que impulsan a la individualización de las terapias.
El mayor exponente de esta estrategia personalizada es el doctor en farmacocinética clínica, Salvador Cabrera, quien explicó cuán importante es considerar la variabilidad interindividual en la respuesta de los fármacos, para disminuir la aparición de resistencias y, con ello, aumentar la adherencia.
La diferencia en la respuesta a los fármacos está sujeta a factores ambientales, endógenos, xenobióticos, patológicos, fisiológicos y genéticos que, considerados a través de la individualización del tratamiento con test de resistencias, seguimiento del paciente, monitorización de los niveles plasmáticos y test genéticos, permiten que la toxicidad baje y la efectividad al tratamiento aumente.
Una programación del tratamiento que aboga por la individualización de las terapias de manera de consolidar el éxito terapéutico, en la medida en que se mantenga un margen que medie entre la mínima eficiencia clínica y el máximo tolerado de toxicidad.