Para que un medicamento pueda llegar a ser comercializado, previamente debe pasar por una variedad de pruebas clínicas que aseguren su seguridad, calidad y eficacia. Sin embargo, como todo fármaco, intrínsecamente pueden provocar reacciones adversas, desde graves como muerte, riesgo vital, incapacidades físicas, hasta leves; simples reacciones en la piel, rash, eritemas y alteraciones gastrointestinales, etc.Antecedentes que deben ser informados por el paciente al profesional de la salud y, éste, obligatoriamente debe notificar al Subdepartamento de Farmacovigilancia del Depto., Anamed de ISP.
Este proceso de notificación de las sospechas de reacciones adversas a medicamentos (RAM), que en el caso de las graves no debe sobrepasar las 72 horas y en el caso de las RAM leves los 30 días, permite que la autoridad sanitaria tome medidas como: notas informativas dirigidas a la población en general siempre publicadas en la página web del ISP, alertas dirigidas a la comunidad médica, cambios de la condiciones de venta, en la posología, en los folletos de información del medicamento, hasta la suspensión o cancelación del registro sanitario según sea el caso.
De ahí entonces la importancia de que en cada recinto asistencial público y privado se instaure un sistema de farmacovigilancia, el cual estará dirigido por un director técnico responsable de mantener un registro actualizado de estos eventos.
Reacciones adversas que obligatoriamente deben ser notificadas al ISP, que a través del Subdepto., de Farmacovigilancia no sólo toma las medidas antes descritas, sino que también, a través de actividades de capacitación como éstas, promueve este sistema en los hospitales y clínicas del país y estimula a los profesionales de la salud para la correcta notificación de las RAM.
Tras esta capacitación Claudio González, farmacéutico clínico del Hospital González Cortés destacó que “Las herramientas acá entregadas, el Reglamento de Control de los Productos Farmacéuticos de Uso Humano, DS 3/ 2010, además de la difusión que se hizo de los manuales y procedimientos de buenas prácticas nos van a ayudar a implementar la farmacovigilancia en todo el hospital, de tal manera, que el farmacéutico esté integrado a la atención del paciente y a los equipos médicos”.
Una nueva estrategia que comienza a tomar forma y cuyo único fin es mejorar el cuidado del paciente y la seguridad en relación al uso de los medicamentos. Lo que deja en evidencia que no sólo es la industria farmacéutica la involucrada en el proceso de alertar ante el más mínimo riesgo de un fármaco, sino que también, los profesionales de la salud y por sobre todo, el propio usuario de los fármacos en nuestro país, el paciente.